Piquetes de Renfe que impidieron la salida de mi tren. Al fondo la policía |
Son las 7.10 de la mañana del 17 de Septiembre. Estoy en la
estación de RENFE de Santander. Un grupo de trabajadores con camiseta roja
impide que pueda salir el tren con destino Madrid. Yo me refugio en la
cafetería hasta saber si finalmente podemos viajar. En Madrid me espera una
importante cita-posbolonia-pilar para hablar de nuestra peculiar revolución.
El verano ha sido largo, convulso e intenso. Entre la prima
de Rajoy, el fervor de la Roja y la madre que la parió. Llega la marcha minera
a Madrid. Chorreo de manifestaciones, en las que se produce una significativa
reivindicación de la policía y los bomberos, que se unen a las manifestaciones
de funcionarios. Disfruto viendo como maestros, profesores, personal sanitario,
policías, bomberos, carteros, funcionarios y otros ciudadanos salen a protestar
conjuntamente. Se producen manifestaciones espontáneas a diario delante de los
centros de trabajo. En la tele se habla de las escasas medallas olímpicas
españolas. Yo me uno a las pitadas del personal sanitario con mi pancarta “el
próximo parado que sea un diputado”.
La actividad posbolonia cesa. Tanto Pilar como yo nos
sumergimos, y casi ahogamos, en el
final de curso. Aluvión de compromisos académicos, aderezados con recortes y
crudas noticias que amenazan la estabilidad de los puestos de trabajo.
Reuniones con el comité de empresa y la dirección, que se extienden hasta
finales de Julio. Sensación de incertidumbre total. Empiezo a pensar que igual
tengo que volver a mi pasado de inmigrante.
Mientras todo esto sucede, vivo mi vía crucis personal. Me
encierro en casa durante dos meses para terminar la acreditación universitaria
de la Aneca. Es un certificado de “calidad”, que exigen a los profesores
universitarios, para poder ejercer como profesionales universitarios y
promocionarse. Es un esperpento académico que te obliga a coleccionar
certificados que nada tienen que ver con la calidad educativa, bajo los
criterios bolonios de producción sistemática. Casi cerca de 3 años preparando esta documentación y una cantidad indecente de horas
invertidas en una actividad burocrática ridícula, que pretende disuadir a los
profesionales que quieren realmente enseñar y convirtiendo a los profesores en
grises burócratas a la caza de certificados. Vamos, una auténtica
desacreditación.
Raúl de uniforme posbolonio a punto de entregar la Aneca, cargado con 2 alforjas y una mochilona de documentación |
A principios de septiembre, nos reunimos Pilar y yo.
Analizamos nuestras experiencias y sensaciones en este periodo y coincidimos,
entristecidos, en que las cosas no van nada bien. El tono crítico, irónico y
reivindicativo, nos parece insuficiente. Necesitamos algo más. Pilar, en su
expresivo tono apocalíptico, habla
de acciones de trinchera. Sí, es cierto. Me cuesta reconocerlo, pero es tiempo
de barricadas y trincheras[1].
Son las nueve de la mañana. Estamos ahora metidos en un
autobús dirección a Madrid. Pilar, creo que voy a llegar tarde. He dormido muy
poco y se me acaba la batería. La del ordenador.
Creo que tuve un verano anal.
[1]
Nota a los escépticos: es en
sentido figurado. Somos artistas y nos encanta jugar con las palabras. Ni
planeamos atentar con el sistema, ni poner bombas, ni nada de lo que os creéis.
O por lo menos de la manera que pensáis. Dados los tiempos represivos que
corren, y la escasa fibra artística es mejor avisarlo
Oh Raúl qué gran inspiración leerte, en este momento en que se necesita tanto coraje, vamos a atrincherarnos en estas acciones que nos dan sentido vital
ResponderEliminarNo me siento solo! Gracias Pilar
ResponderEliminarGenio.
ResponderEliminarPeluche Anal mon amour.
Abrazos del Coño Sur.
peluche, Ano, coño... Qué inspirador!
ResponderEliminarGabriel García Márquez en "nosecuál" libro dice que el mundo se divide entre los que cagan bien y los que cagan mal... ¿A eso se refiere tu analidad? Si la analidad no es placentera, hay que cambiarla, ¿no? ¡¡Reivindiquemos el ojo pineal y sus placeres!! Lo que hay miedo es a reivindicar lo abyecto en tanto que supone subvertir el orden de las cosas. El orden se puede cambiar con lo abyecto y grotesco: ¡Es tan visceral el pudor que produce, que cambia desde dentro a la gente! La gente siente horror ante el descontrol de sus cuerpos y las excrecencias anales les da un pavor tremendo. El Carnaval es un momento de liberación en tanto que se invierte el orden social y surge lo grotesco y obsceno de nosotros: es una liberación... lo mismo ahí hay alguna clave para estos momentos tan chungos.
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