martes, 18 de septiembre de 2012

Otoño caliente- verano anal

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Piquetes de Renfe que impidieron la salida de mi tren. Al fondo la policía
Son las 7.10 de la mañana del 17 de Septiembre. Estoy en la estación de RENFE de Santander. Un grupo de trabajadores con camiseta roja impide que pueda salir el tren con destino Madrid. Yo me refugio en la cafetería hasta saber si finalmente podemos viajar. En Madrid me espera una importante cita-posbolonia-pilar para hablar de nuestra peculiar revolución.

El verano ha sido largo, convulso e intenso. Entre la prima de Rajoy, el fervor de la Roja y la madre que la parió. Llega la marcha minera a Madrid. Chorreo de manifestaciones, en las que se produce una significativa reivindicación de la policía y los bomberos, que se unen a las manifestaciones de funcionarios. Disfruto viendo como maestros, profesores, personal sanitario, policías, bomberos, carteros, funcionarios y otros ciudadanos salen a protestar conjuntamente. Se producen manifestaciones espontáneas a diario delante de los centros de trabajo. En la tele se habla de las escasas medallas olímpicas españolas. Yo me uno a las pitadas del personal sanitario con mi pancarta “el próximo parado que sea un diputado”.

La actividad posbolonia cesa. Tanto Pilar como yo nos sumergimos, y casi ahogamos,  en el final de curso. Aluvión de compromisos académicos, aderezados con recortes y crudas noticias que amenazan la estabilidad de los puestos de trabajo. Reuniones con el comité de empresa y la dirección, que se extienden hasta finales de Julio. Sensación de incertidumbre total. Empiezo a pensar que igual tengo que volver a mi pasado de inmigrante. 

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Mientras todo esto sucede, vivo mi vía crucis personal. Me encierro en casa durante dos meses para terminar la acreditación universitaria de la Aneca. Es un certificado de “calidad”, que exigen a los profesores universitarios, para poder ejercer como profesionales universitarios y promocionarse. Es un esperpento académico que te obliga a coleccionar certificados que nada tienen que ver con la calidad educativa, bajo los criterios bolonios de producción sistemática. Casi cerca de 3 años  preparando esta documentación  y una cantidad indecente de horas invertidas en una actividad burocrática ridícula, que pretende disuadir a los profesionales que quieren realmente enseñar y convirtiendo a los profesores en grises burócratas a la caza de certificados. Vamos, una auténtica desacreditación.

Raúl de uniforme posbolonio a punto de entregar la Aneca, cargado con 2 alforjas y una mochilona de documentación


A principios de septiembre, nos reunimos Pilar y yo. Analizamos nuestras experiencias y sensaciones en este periodo y coincidimos, entristecidos, en que las cosas no van nada bien. El tono crítico, irónico y reivindicativo, nos parece insuficiente. Necesitamos algo más. Pilar, en su expresivo tono apocalíptico,  habla de acciones de trinchera. Sí, es cierto. Me cuesta reconocerlo, pero es tiempo de barricadas y trincheras[1].

Son las nueve de la mañana. Estamos ahora metidos en un autobús dirección a Madrid. Pilar, creo que voy a llegar tarde. He dormido muy poco y se me acaba la batería. La del ordenador.

Creo que tuve un verano anal.


[1] Nota a los escépticos: es en sentido figurado. Somos artistas y nos encanta jugar con las palabras. Ni planeamos atentar con el sistema, ni poner bombas, ni nada de lo que os creéis. O por lo menos de la manera que pensáis. Dados los tiempos represivos que corren, y la escasa fibra artística es mejor avisarlo